14/10/08

Cuatro niveles de compromiso político: de QB a HE


Todos participamos en política, querámoslo o no, porque el silencio y la inacción son tan importantes como las palabras y la acción. Y todos tenemos un nivel de compromiso político, que va de la opinión a la acción. No es lo mismo el que opina que el que hace, pero todos, en mayor o menor medida, hemos asumido un compromiso con la política, entendida ésta como el manejo de lo común, de lo público. El problema es si el nivel de compromiso es el que necesita nuestro país en este momento.

Voy a definir cuatro niveles de compromiso creciente, con la esperanza que podamos identificarnos en cuál nos encontramos actualmente y ver si podemos aumentarlo.

1) “¡Qué barbaridad!” (QB)

En este nivel, opinamos con indignación ante lo que nos llega de la realidad, ya sea directamente, por conocidos o por los medios. Puede ser un hecho violento, un atropello del gobierno o una costumbre social. El ámbito suele ser una reunión familiar, de amigos o en el trabajo. Al decirlo, la persona está declarando que no está de acuerdo con el hecho y le parece que es algo serio, que no debería existir. La frase suele ir acompañada de alguna referencia a otro país u otros tiempos donde no ocurren o no ocurrían esos hechos.

2) “Habría que hacer algo” (HH)

La persona que se compromete en este nivel se da cuenta de que la condena no alcanza para modificar la realidad, sino que alguien debería tomar cartas en el asunto. El problema, en general, es que el “habría” potencial es impersonal y arroja el guante a un público imaginario e indefinido. Lo que está diciendo la persona tácitamente es que no está en condiciones de hacer algo en este momento, pero apoyaría a los que hicieran algo para cambiar la situación. En su favor, este nivel es menos pesimista que el anterior y no busca en el exterior ni en el pasado la solución. Alguien de aquí hoy tendría que hacer algo.

3) “Voy a hacer algo” (VH)

En este tercer nivel de compromiso político, la persona se da cuenta de que la denuncia y la necesidad de hacer algo vago y general no alcanza, y que él o ella sienten el “llamado” a entrar en acción concreta. Tal vez empiece a dedicar tiempo de reflexión sobre lo que haría, con quiénes y los obstáculos que deberá vencer. O podría empezar a incluir en sus conversaciones las ideas de lo que quiere hacer, buscando la solidaridad y la compañía de otras personas. Generalmente este nivel es consecuencia del fracaso de los dos anteriores, viendo que la falta de involucramiento personal no permite cambiar la realidad.

4) “Hice esto” (HE)

La persona que puede decir esto ha pasado de los primeros niveles de opinión –denuncia, expresión de deseos general y convicción personal– a la acción. Ha modificado la realidad. Ha salido del área de comodidad y puede ver los frutos de su acción. Ahora lo que ha hecho queda expuesto a la reflexión propia y a la crítica de los demás. Dejó de ser un espectador para convertirse en actor. Ha tomado la decisión dramática de cruzar la raya, de subirse al escenario. Ahora, los nuevos espectadores podrán a su vez mantenerse ajenos y distantes o incorporarse a la acción para continuarla o refinarla.

De espectadores a actores

En la Mesa Interreligiosa del Conurbano Norte hemos adoptado un isotipo (arriba) que simboliza el cruce dramático e irreversible de la raya que separa a los espectadores de los actores, los que opinan de los que hacen. Cansados de las tres primeras actitudes en nuestras comunidades de fe, hemos decidido hacer algo. No hay escasez de denuncias privadas, en nuestros cultos y ante la sociedad de lo mal que está todo (QB), y sin duda cumplen a veces la función de aportar una mirada distinta y enriquecedora de la realidad. Tampoco escasean las sugerencias de que, aparte de las denuncias, es necesario “hacer algo” para revertir la situación calamitosa de la sociedad (HH), pero esto generalmente termina en un “pelotazo a dividir” en la otra cancha, para que lo reciban los que quieran involucrarse. Últimamente, cada vez más creyentes están diciendo que van a hacer algo (VH), con la secreta esperanza de que una voz o alguien enviado del cielo los convoque, evitándose de esa forma la difícil tarea de decidir arriesgarse por su cuenta.

El isotipo muestra varios círculos (creyentes) que han cruzado la raya creando un camino abierto para que otros creyentes asuman la postura de mayor compromiso, “hice esto” (HE), con los riesgos y dolores de cabeza inherentes a todo trabajo con personas. Si bien nos unen los mismos principios generales de la ética, la república y la distribución del ingreso, y el convencimiento de que los creyentes tenemos mucho que aportar y mucho que aprender en la política, hay un arduo trabajo por delante en la conciliación de diferencias de implementación de esos principios, entre los creyentes y de los creyentes con los que no creen. Pero si creíamos que valía la pena antes de cruzar la raya, ahora estamos convencidos de que no nos equivocamos.

Invitamos a muchos creyentes y no creyentes a pasar de decir “¡Qué barbaridad!” a “Hice esto” o, mejor aún: “Hicimos esto”.

Alejandro Field
Octubre 2008

Publicado en la página de la Coalición Cívica, sección Opinión Abierta: Cuatro niveles de compromiso político: de QB a HE

12/10/08

Un mal que nos está matando: la adicción a la droga y al juego

Carta pastoral sobre las adicciones de monseñor Jorge Casaretto, obispo de San Isidro
(29 de septiembre de 2008)

Queridos Amigos:

En esta oportunidad quiero invitarlos a reflexionar sobre un problema que nos tiene sumamente preocupados: el tema de las adicciones, en particular la adicción a las drogas y al juego.

Ya en noviembre de 2007 los obispos argentinos manifestamos esta preocupación en una carta dirigida a la sociedad titulada "La droga sinónimo de muerte".

Síntomas de una situación crítica

Las estadísticas nos hablan de un consumo cada vez más precoz y masivo de drogas y alcohol, y los distintos informes nos dicen que nuestro país hace tiempo que dejó de ser un país de tránsito, para transformarse en un lugar de alto consumo de sustancias tóxicas, en particular de cocaína, marihuana y "paco".

Las noticias nos muestran casi a diario la magnitud del problema. Bandas enfrentadas, zonas tomadas por los narcotraficantes, cargamentos de sustancias cada vez más importantes, empleo de jóvenes y niños en la distribución, adolescentes y adultos que mueren por sobredosis. Los mercaderes de la muerte hacen su negocio con la vida de nuestros niños y jóvenes.

Pero los signos de alarma no solo suenan cuando miramos los diarios. Con alguna frecuencia me llegan noticias que agentes de la distribución de drogas en los barrios pobres regalan muletas, sillas de ruedas o remedios para ganar voluntades y asimismo le pagan a la gente por esconder la droga en sus casas o avisar sobre movimientos de la policía o de la justicia.

Imaginen ustedes qué tentación tan grande, en una situación de pobreza extrema que a uno le paguen altas cifras por no hacer nada, solo cuidar y avisar.

Otro hecho elocuente: En una misión se le preguntaba a la gente por sus mayores preocupaciones, al tope de la lista estaba "que mi hijo/a no caiga en la droga". Un grupo de padres de un colegio comentaba la facilidad con la que acceden hoy los chicos a la droga, incluso ofrecida en las cercanías de las escuelas, en los boliches, etc.

Creo poder decir que en el conurbano de las grandes ciudades (bonaerense en nuestro caso), la exclusión social alimentada por la cultura de la dádiva, el alcoholismo, el juego y el reparto "de bienes y favores" que hace el narcotráfico, se está convirtiendo en la mayor hipoteca social del país, que al tomar dimensión estructural, es de muy difícil erradicación.

Junto a la droga, nos preocupa la proliferación de las casas de juego, que han favorecido en la sociedad la adicción al mismo, con consecuencias fatales para muchas familias.

Se confunde a la sociedad aumentando la difusión y proliferación del exceso y, por lo tanto, la facilitación del vicio.

El poder económico de los grandes empresarios del juego y sus alianzas con los poderes políticos son enormes. La compra de voluntades y de apoyos no reconoce límites.
Los bingos, difundidos en principio como inocentes salones de encuentro familiar, unidos al fabuloso negocio de los tragamonedas, al alcance de todos los estratos sociales, se han ido convirtiendo en importantes centros de juego y, como tales, en destructores de vidas y ruina de una enorme cantidad de familias.

Gracias a Dios, aún algunos municipios de nuestra diócesis han resistido la instalación de estas salas de juego.

Qué es lo que nos lleva desarrollar conductas adictivas

La palabra "adicto" nos está dando la pista: a-dicto es el que no dice, el que no se comunica. De hecho, los adictos nos refieren su experiencia de profunda soledad, su vacío. Han llegado allí por huir, por evadirse, para acallar una pena. A veces es el hambre abrumador, el abandono, la carencia de referentes. Otras veces son las mismas problemáticas vitales normales, pero a las que no se les encuentra una salida ni a quién pedir ayuda.

Así, entre las cosas que nos pueden generar nuestros vacíos o acrecentarlos, está la falta de comunicación que vivimos en estos tiempos, (paradójicamente) hipercomunicados.

Nos falta comunicación en las familias, en las escuelas, en las comunidades. El apuro, las exigencias, el vértigo cotidiano nos llevan a dejar de escuchar, de escucharnos a nosotros mismos y de escuchar a los demás.

Evidentemente, no me refiero a la mera trasmisión de datos, sino a la comunicación cordial y profunda, que nos impulsa a compartir con otras personas pensamientos, sentimientos.

Como pre-requisito, tiene que haber comunicación con nosotros mismos, lo cual implica una escucha a nuestros pensamientos, sentimientos, incluso a nuestro cuerpo, ya que muchas veces las enfermedades nos están marcando algo que tenemos que hacer o dejar de hacer.

Y al principio y al final del proceso, obviamente, está nuestra relación con Dios. Nosotros como creyentes sabemos cuán importante es esta dimensión para nuestra salud y felicidad y cómo cambia la vida contar con una relación cordial y fluida con el Señor.

Si tenemos padres y madres que escuchen, docentes que escuchen, animadores de comunidades que escuchen, dirigentes políticos, sociales y religiosos que escuchen, nuestros jóvenes podrán comunicarse, podrán decir lo que piensan y sienten y podremos ayudarlos. Habrá muchos menos a-dictos.

La dinámica del mal

En nuestra época, hablar del mal no tiene buena prensa. Quisimos erradicar el miedo de nuestra espiritualidad, lo cual es muy saludable, pero para ello en nuestra pastoral casi hemos anulado todos los argumentos acerca del mal. Nos olvidamos que este es un tema presente en la predicación de Jesús.

No voy a entrar aquí en una discusión filosófica sobre el mal en el mundo, sencillamente recuerdo la parábola de la cizaña en el trigo y la explicación que da Jesús de la misma:

"Y les propuso otra parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue.

Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: «Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?»

El les respondió: «Esto lo ha hecho algún enemigo». Los peones replicaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?».

«No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y atenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero».

Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo».

El les respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.

Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes.

Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!" Mt 13, 24-30. 36-43

Podríamos hacer muchas reflexiones, pero aquí me parece importante señalar que existe el mal, que existe quien lo siembra y que tiene una estrategia para hacerlo. Debemos estar alertas sobre los peligros exteriores; pero el mal no sucede solamente afuera nuestro, sucede en nuestro propio corazón; y allí es donde principalmente debe haber una actitud vigilante, a la que también nos exhorta Jesús (ver Mt 25).

Todos somos pecadores, y si recordamos algún pecado más o menos importante que hayamos cometido, y rastreamos cuál fue su origen, descubrimos una tentación y a nosotros mismos cayendo en ella. Al principio, posiblemente, fue algo pequeño. Por ejemplo, algún gran rencor que guardamos en el corazón, y que hoy lastima a los demás y a nosotros mismos, comenzó con algo que otro nos hizo, pero que con el tiempo se transformó en odio. ¿Cómo sucedió eso? Pudo empezar a gestarse a partir de una ofensa, un prejuicio, una crítica destructiva o simplemente un pensamiento agresivo o un sentimiento que podría haber quedado allí, pero nos ocupamos de cultivarlo. Se transformó entonces en algo que hoy nos maneja y no podemos controlar. Podríamos poner ejemplos de cualquier otro de los pecados que llamamos "capitales": codicia, ira, soberbia, lujuria, gula, pereza, envidia, con sus muchos derivados.

Por eso es tan importante "vigilar" sobre lo que sentimos o pensamos. Una fantasía o un sentimiento no son ni buenos ni malos, pero pueden transformarse en tales, en la medida en que nosotros los alimentamos en un sentido o en otro. Manejamos estos pensamientos cuando las tentaciones son solo eso, pero después, transformadas en acciones malas, cuanto más grandes, menos poder tenemos finalmente sobre ellas.

¿Qué tiene que ver esto con las adicciones? Los especialistas en el tema afirman que quien empieza a consumir drogas, alcohol, juego, etc. hasta transformarse en un adicto, más allá de un contacto casual, siguió adelante porque hubo un vacío que se quiso llenar con aquello que se consume. Juan Pablo II habló del "vacío existencial" que se quiere satisfacer con la adicción. Los adictos por su parte, hablan de la compulsión a consumir como algo que ya no pueden manejar.

Todos tenemos nuestros vacíos, por las limitaciones intrínsecas que tiene la vida y por nuestras propias heridas: ¿Qué hacemos con ellos? ¿Los vemos? ¿O los negamos y entonces a la larga nos manejan? Si los vemos, ¿Con qué los estamos llenando? ¿Con comida, alcohol, tele, drogas, juego, sexo, personas o relaciones "tóxicas", trabajo…?

Algunas de estas cosas son malas aún en dosis pequeñas, pero otras son excelentes en su medida, solo que ellas solas no alcanzan para responder al sentido de nuestra vida.

Hace poco llegó a mis manos una novela, llamada "La última moneda",[1] en ella se narra la historia de una mujer adicta al juego y su lucha por recuperarse, el libro muestra bien cómo la protagonista comienza yendo al tragamonedas como un entretenimiento y termina desarrollando una irrefrenable compulsión por jugar. Pensó que podía controlar la situación, hasta que dolorosamente y después de perder muchas cosas importantes, se dio cuenta que el juego la manejaba a ella. Una dinámica oscura, difícil de percibir mientras se desarrolla.

Sobre nuestros vacíos, heridas y tentaciones tenemos que mantener una actitud vigilante, porque nuestra desprevención nos puede hacer caer en una vorágine de la que después no podremos salir aunque queramos.

Empezando a buscar salidas

Estas cosas sería bueno conversarlas en las comunidades, dedicarnos un poco a preguntarnos, a reflexionar, a dialogar sobre las causas del fenómeno de las adicciones.

Evidentemente, con el miedo no hacemos nada, todo lo contrario, nos arrinconamos más y crece la sensación de impotencia que nos inmoviliza, lo cual es una maniobra del mal, para que el bien no crezca. Vencer el mal, a fuerza de bien, como dice Pablo (Ver Rom.12, 21), será la estrategia principal, pero ¿Cómo?

Lo primero será conocer la realidad, para dimensionar a qué nos estamos enfrentando y con quién tenemos que luchar. Esta carta también puede contribuir a que miremos algo que nos cuesta ver.

Lo segundo, es trabajar con las consecuencias, ayudar a quienes ya son adictos, apoyando a las ONG o instituciones que trabajan en este sentido, alertarnos unos a otros sobre la venta de drogas, hablar con los jóvenes sobre el tema, trabajar para evitar la tolerancia social creciente sobre el consumo de drogas, etc.

Lo tercero es actuar sobre las causas que conducen a desarrollar conductas adictivas de cualquier tipo, que es un trabajo de educación y prevención más profundo que hablar sobre la maldad del juego, del alcohol y de las drogas (lo cual también hay que hacerlo), sino preguntarse ¿por qué las personas se autodestruyen por estos medios? ¿Qué es lo que nos lleva a desarrollar una adicción?

Por último, y aunque parezca lo más difícil, hay que tratar de influir sobre nuestros representantes (concejales, legisladores, etc.), para concertar en el orden municipal, provincial y nacional, políticas públicas con las que se pueda enfrentar estos flagelos, legalmente y con eficacia.

Obviamente, son los especialistas los que tienen respuestas acabadas sobre el tema, yo tan solo quiero llamar la atención sobre cuestiones que nos pueden ayudar a pensar, con la intención que se desencadene el debate y la reflexión en las familias y comunidades.

En definitiva, el camino cristiano es también un camino de sanación que nos devuelve nuestra plena libertad de hijos de Dios.

Quiero terminar la carta con un testimonio, el testimonio de Juan, un hombre valiente que se animó a pelear con sus sombras.

Soy Juan, tengo 37 años, estoy casado y tengo 5 hijos. Tuve una infancia muy difícil: mi mamá nos abandonó a mis hermanos y a mí cuando éramos muy chicos y mi padre era alcohólico. Por estos motivos, me crié en la calle, donde conocí a los 12 años, el infierno de las drogas. La droga parecía llegar en el momento justo, como para tapar todo el odio, la bronca y la tristeza que yo sentía.

El consumo de drogas me llevó a conocer muchos hospitales, institutos de menores, y cárceles, porque tenía que salir a delinquir para poder drogarme. Pasé muchos años detenido, y tengo varios impactos de bala en mi cuerpo, uno de los cuales me dejó 12 días en estado de coma.

Mi vida nunca tuvo un sentido, ni me parecía que hubiera una razón para vivir. Vi como el alcohol y las drogas destruían a mi familia: primero, muere mi padre a causa del alcohol, luego mi hermana deHIV y mi hermano cae preso.

En el año 96 conocí a la que hoy es mi esposa, (llamémosla María) que también se drogaba y tenía dos chicos. Pronto nos fuimos a vivir juntos, tuvimos un hijo, que por nuestra condición de adictos, tenía pocas posibilidades de vivir, pero que gracias a Dios hoy está bien. Cuando ese bebé tenía un año y medio, un juez tomó la decisión de sacarnos los tres nenes y llevarlos a un instituto. Ese hecho nos hizo tocar fondo a María y a mí y decidimos comenzar un tratamiento de rehabilitación, en ese momento, Dios empezó a actuar en mi vida de una manera sorprendente, con el sólo hecho de reconocer que Él era mi Salvador.

Con María estuvimos internados juntos 2 años, nos costó horrores superar el tratamiento pero fue lo mejor que nos pasó en la vida. Hoy hace 9 años que estoy sin consumir, y hace 7 que trabajo como operador socioterapeuta en una comunidad de rehabilitación de adictos.

Hace 5 años que con María nos casamos por iglesia y por civil, recuperamos a nuestros hijos, terminé el secundario y estoy estudiando una carrera universitaria.

Hoy puedo decir que me pude recuperar y también recuperar mis valores como persona, en especial algo que para mí es lo más importante, mi identidad. Quiero decir que todo esto no lo hubiera podido hacer si no me aferraba a Dios, a Jesús y a María que son los principales artífices de la persona que soy hoy, junto con Patricia y el P. Hugo que fueron quienes creyeron que me podía recuperar cuando nadie, ni en mi familia, ni en el barrio, ni yo mismo creía que podía hacerlo.

Ahora puedo asegurar que todo adicto se puede recuperar con la ayuda de Jesús y de María, y de aquellos hermanos que crean que esa persona es capaz de hacerlo.

Gracias, Juan

Pd: pido disculpas a la sociedad por el daño que causé siendo un adicto.

Que el Espíritu Santo nos inspire y nos de la lucidez necesaria para saber qué es lo que tenemos que hacer y la valentía para llevarlo adelante. Una bendición especial para las familias que tienen algún miembro padeciendo una adicción, a ellos mi fraterna cercanía y una palabra de aliento para que pidan ayuda y no bajen los brazos,

Con afecto en el Señor,

Mons. Jorge Casaretto, obispo de San Isidro

GUÍA DE TRABAJO:

Tal como hicimos en otras cartas pastorales, nos vamos a ayudar con una guía de trabajo en nuestra reflexión personal y comunitaria.

¿Qué es una Guía de Trabajo?

Es una serie de preguntas que nos ayudarán a interiorizar los contenidos de la CARTA PASTORAL. No se trata de encontrar la "respuesta correcta", sino de preguntarnos acerca de lo que estamos reflexionando, para ver qué repercusión tienen estas realidades en la vida de cada uno de nosotros. Sería bueno que escribamos las respuestas, ya que el ejercicio de escribir nos ayuda a concentrarnos y a ponernos en contacto con nuestro interior. Si queremos, después podemos compartir lo que hemos reflexionado, con nuestra familia o comunidad.

Aquí van las preguntas:

  1. ¿Cómo repercuten en mi persona y en mi familia el tema de la droga, el alcohol, el juego? ¿Estamos asustados? ¿Nos hemos planteado alguna vez el hecho de que algún miembro de la familia podría desarrollar esta adicción?

  2. ¿Cómo diríamos que es la comunicación en nuestra familia? ¿Buena, regular, mala…? ¿Por qué? ¿Hay cosas de las que no hablamos? Por ejemplo: ¿Sabemos qué le preocupa hoy a cada una de las personas que viven con nosotros?

  3. ¿Sé escuchar? ¿Sé propiciar espacios para compartir experiencias, sentimientos, vivencias con los otros integrantes de mi grupo familiar, particularmente con los chicos y jóvenes de la familia?

  4. ¿Cuáles son los vacíos que mi vida presenta hoy? ¿Con qué/quiénes intento colmar esos vacíos? ¿Puedo reconocer en mí o en algún otro miembro del grupo familiar alguna adicción peligrosa o inofensiva (adicción al alcohol, a la comida, a la tele, a la computadora, al celular, etc.)?

  5. ¿Puedo reconocer en mí algún pecado que lleva tiempo y ha echado raíces en mi corazón? ¿Cuál? ¿Puedo reconocer los factores que lo hicieron crecer? ¿Qué podría hacer para liberarme de este mal?

  6. ¿Estoy haciendo algo por aquellas personas que ya son adictas? ¿Y por erradicar la droga de mi barrio/entorno? Pienso alguna acción concreta que podría llevar adelante.

  7. ¿He pensado unirme a otras personas o grupos para evitar que en nuestros Municipios se instalen casas de juego?

  8. En presencia de Jesús, le pido que me ilumine con su Espíritu Santo, para que pueda conocer mi verdad personal y familiar y para tener el coraje de cambiar las situaciones que nos están esclavizando.

Notas


[1]De Rosario Bigrevich. Editorial De los Cuatro Vientos, Buenos Aires, 2007.

29/5/08

Corrupción: mucho más que $$


El robo del dinero del pueblo

En general, cuando se habla de corrupción la primera imagen que viene a la mente es la de dinero que no llega en su totalidad al destino previsto o es usado para que otras personas modifiquen sus decisiones. En el primer caso, podría ser una partida presupuestaria asignada a refacciones en una escuela o un hospital que termina repartido entre la obra misma –muchas veces dejada incompleta o mal realizada– y personas de distintos niveles de decisión del sector. En el segundo, un funcionario o un empresario privado que reciben un sobre discreto para que digan o hagan algo distinto a lo que tendrían que decir o hacer. Es este aspecto de la corrupción lo que nos lleva a ocupar el puesto 105 en el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparency International 2007, con un puntaje de 2,9 (10 = altamente transparente; 0 = altamente corrupto). (1)


Pero hay más, y en formas que son difícilmente cuantificables, aunque sospecho que tienen una influencia aún mayor que el dinero. Veamos algunas de estas formas.


El robo del tiempo y la energía de los funcionarios


Recordando los nombres tan sugestivos usados por el inolvidable Tato Bores, imaginemos cómo empieza su día José Cometa (o María Retorno, para evitar la acusación de discriminación de género). ¿Qué será lo primero que piensa al levantarse, y lo último al acostarse? ¿Los problemas de los ciudadanos que están sin agua o atención médica o cómo está el megaproyecto de la autopista para ir del aeropuerto a los distintos shoppings para no perder tiempo y viajar más seguro? ¿Cómo ordenará su tiempo cuando llega a su despacho, cuáles serán las primeras llamadas, las entrevistas prioritarias, las que le llevarán la mayor parte del tiempo? Si quiere una ayuda para ejercicio de la imaginación, trate de recorrer con su mente el típico día del funcionario que sospeche de corrupción (hay bastantes), ¡pero no se encariñe con el personaje!


El robo de la idoneidad de los funcionarios


Tal vez antes de pensar en los mejores recursos de los funcionarios sea necesario pensar en la designación misma de estos funcionarios. Es decir, ¿qué valores y antecedentes se privilegian a la hora de designar a una persona para un cargo? ¿Se busca adecuar las condiciones de los candidatos al puesto, como lo haría cualquier empresa privada que busca la mayor eficiencia, o se buscará llenar los miles de cargos públicos a nivel nacional, provincial y municipal con amigos, familiares y personas que aseguren que no se cortará la red de corrupción que va dejando sus cuotas proporcionales en la cadena jerárquica? Si buscamos la palabra “idóneo” en el diccionario nos devuelve la definición: “Adecuado y apropiado para algo”. ¿Qué es ese “algo” a la hora de la designación? ¿Poder servir al pueblo que los eligió de la mejor forma o servirse a sí mismos y a la maquinaria de retornos que los colocó en ese puesto?


El robo del los proyectos del pueblo


Sin cifras o estudios a la mano, se me ocurre intuitivamente que es aquí donde más pierde el pueblo con el cáncer de la corrupción. ¿Cuáles son los proyectos prioritarios que se manejarán en todos los niveles de la Argentina, desde el Presupuesto Nacional a la cooperadora de la escuela de nuestros hijos? ¿Qué ocupará el tiempo y la mente de los legisladores, los funcionarios, los periodistas y aún de los ciudadanos comunes? ¿Quién dirá que es más importante priorizar la alimentación, educación, salud, vivienda y dignidad humana de los más débiles a la acumulación de beneficios de quienes más tienen? En vez de planificar el país en términos del bien común, con planes a mediano y largo plazo, el sistema de corrupción obliga a actuar en función de sus propios intereses, con planes a corto plazo, que llegan hasta las próximas elecciones, buscando la reelección para seguir robando. En definitiva, ¿quién fija la agenda? ¡Qué responsabilidad tienen también los medios en informar al pueblo acerca de todo lo que está realmente pasando para poder controlar si se están fijando las prioridades correctamente!


El robo de los votos del pueblo


¿Dónde colocar este robo, que tiene que ver con la fuente misma del poder que otorga el sistema democrático? Cuando todo el mundo conoce los múltiples mecanismos fraudulentos que se implementan en cada una de las elecciones, especialmente en los distintos feudos manejados por los “aparatos” municipales en todo el país, ¿qué valor tiene decir que la presidenta ganó por un 44,90% y la primera oposición sacó un 22,96%, cuando gran parte de los votos ganadores fueron aportados por los aparatos municipales que usan los recursos económicos y los empleados públicos a favor de sus candidatos y la Coalición Cívica habla de no menos de un millón de votos perdidos por el robo de boletas? Sin discutir la legitimidad de la victoria del partido gobernante, sí podemos cuestionar si la distribución de poder a nivel legislativo y comunal se condice con la auténtica voluntad del pueblo. Tal vez el verdadero porcentaje del gobierno, si las elecciones hubieran sido transparentes, estaría alrededor del 40% y la Coalición Cívica tendría un 28%. No es lo mismo. ¿Cuántos legisladores nacionales y provinciales y concejales hubieran cambiado de partido con estas cifras más acordes con la voluntad popular?


El robo de los valores del pueblo


Si bien la asociación habitual de la corrupción es con el signo $, creo, como muchos, que el daño mayor de este flagelo social está no en el bolsillo del pueblo sino en su alma. ¿Cuánto del crimen, la desesperanza y la desesperación que padecemos a diario se debe al hecho de ver cómo se enriquecen escandalosa y descaradamente los funcionarios y sus amigos a pesar y a costa de la gran mayoría de la población que sólo piensa en trabajar honestamente? ¿Cómo nos afecta en nuestra identidad nacional y nuestra proyección internacional ser considerado como un país corrupto? Es decir, ¿somos un país corrupto o somos un país de una mayoría de personas honestas que hemos dejado que la minoría de corruptos nos gobiernen y se lleven nuestro dinero y nuestras esperanzas? Tal vez sea hora de decir un enfático “¡No!” al estereotipo de ciudadano, empresario, funcionario y político al que nos hemos acostumbrado y en el que nos ha encasillado el mundo para reemplazarlos por personas más acordes con la mayoría de la población y un nuevo país del que podamos sentirnos orgullosos.


La corrupción y la honestidad no tienen ideología


Cuando la Dra. Carrió dice que el conflicto hoy no es de derechas o de izquierdas, sino preideológico -“dejar de robar, mentir y votar en contra de los pobres”-, está hablando de esta corrupción estructural e instalada en nuestra sociedad que nos impide salir adelante por más que nos esforcemos. Es prioritario e imprescindible quitar este obstáculo para entonces poder enfrentar los problemas del país en el disenso sano y productivo de la verdadera democracia, de quienes quieren servir al pueblo que lo eligió y no a sus propios intereses y los de sus familiares y amigos. El tema de la corrupción, sugestivamente ignorado por el gobierno y tan poco mencionado por los demás opositores, no es simplemente un “costo” necesario o inevitable para que se hagan las cosas (“roban pero hacen”, “robo para la corona”), sino un verdadero cáncer que avanza distorsionando todo el tejido social, quitándole fuerza y salud hasta que termina vencido por una enfermedad terminal. Todavía estamos a tiempo de erradicarlo y reemplazarlo por tejido sano, para empezar a caminar hacia el destino que nos merecemos los honestos y trabajadores y nos quieren arrebatar los corruptos y parásitos.


(1) http://www.transparency.org/policy_research/surveys_indices/cpi/2007


Alejandro Field – ARI San Isidro

Mayo 2008


Publicado en la página de la Coalición Cívica, sección Opinión Abierta: Corrupción: mucho más que $$

7/5/08

Teresa de Calcuta

Todo acto de amor es un acto de paz,
no importa cuán pequeño.

Cita bíblica

Sin duda en mi pueblo hay malvados,
que están al acecho como cazadores de aves,
que ponen trampas para atrapar a la gente.

Como jaulas llenas de pájaros,
llenas de engaño están sus casas;
por eso se han vuelto poderosos y ricos,
gordos y pedantes.

Sus obras de maldad no tienen límite:
no le hacen justicia al huérfano,
para que su causa prospere;
ni defienden tampoco
el derecho de los menesterosos.

Jeremías 5:26-28

2/5/08

Profetas de un futuro que no es nuestro

De vez en cuando, dar un paso atrás nos ayuda
a tomar una perspectiva mejor.
El Reino no sólo esta más allá de nuestros esfuerzos,
sino incluso más allá de nuestra visión.

Durante nuestra vida, sólo realizamos una minúscula parte
de esa magnífica empresa que es la obra de Dios.
Nada de lo que hacemos está acabado,
lo que significa que el Reino está siempre ante nosotros.
Ninguna declaración dice todo lo que podría decirse.
Ninguna oración puede expresar plenamente nuestra fe.
Ninguna confesión trae la perfección,
ninguna visita pastoral trae la integridad.
Ningún programa realiza la misión de la Iglesia.
En ningún esquema de metas y objetivos se incluye todo.

Esto es lo que intentamos hacer:
plantamos semillas que un día crecerán;
regamos semillas ya plantadas,
sabiendo que son promesa de futuro.

Sentamos bases que necesitarán un mayor desarrollo.
Los efectos de la levadura que proporcionamos
van más allá de nuestras posibilidades.

No podemos hacerlo todo y,
al darnos cuenta de ello, sentimos una cierta liberación.
Ella nos capacita a hacer algo, y a hacerlo muy bien.
Puede que sea incompleto, pero es un principio,
un paso en el camino,
una ocasión para que entre la gracia del Señor
y haga el resto.
Es posible que no veamos nunca los resultados finales,
pero esa es la diferencia entre
el jefe de obras y el albañil.

Somos albañiles, no jefe de obra,
ministros, no el Mesías.
Somos profetas de un futuro que no es nuestro. Amen.


Mons. Oscar Romero

Marian Wright Edelman

Es tan importante no liberarnos de responsabilidad o volvernos apáticos o cínicos diciéndonos que nada sirve o hace una diferencia. Cada día, enciende tu pequeña vela... La inacción y las acciones de muchos seres humanos a lo largo de mucho tiempo contribuyó a las crisis que enfrentan nuestros hijos, y es la acción y la lucha de muchos seres humanos a lo largo del tiempo que las resolverán, con la ayuda de Dios. Así que, cada día, enciende tu pequeña vela.

Tomado de Guide My Feet

Cita bíblica

Escogió Dios lo más bajo y despreciado,
y lo que no es nada,
para anular lo que es,
a fin de que en su presencia
nadie pueda jactarse.

1 Corintios 1:28-29

25/4/08

Una teología creativa. Deja los hábitos para combatir la pobreza


Se trata de uno de los países en los que la corrupción ha alcanzado cotas de escándalo. La corrupción acompañada de su eterna compañera de viaje: la pobreza. Seis décadas de gobierno del sempiterno Partido Colorado han sido cerradas en Paraguay por medio de unas elecciones democráticas con alta participación ciudadana; unas elecciones que han llevado a la presidencia del país al obispo católico Fernando Lugo, de 56 años.

El paso del tiempo se encargará de juzgar si el nuevo presidente responde o no a las enormes expectativas que ha despertado entre la población paraguaya, de la que una inmensa mayoría vive acostumbrada al hambre y a la corrupción, perdidas todas las esperanzas después de 61 años de incertidumbre y desesperanza, siendo gobernados por un partido político incapaz de resolver los problemas y sacar al país de la pobreza.


Fernando Amindo Lugo Méndez es un seguidor de la teología de la liberación1, como lo son la mayoría de los cristianos comprometidos socialmente en América Latina, lo cual no quiere decir que sea, al menos en sus primeras manifestaciones, un populista al estilo de otros líderes políticos latinoamericanos. Su gran reto, en un pequeño país rodeado de dos gigantes: Brasil y Argentina, es librar del hambre y de la corrupción a una población de 5,6 millones de habitantes recurriendo a la tierra y a los recursos naturales, que no le faltan al país hermano.


Al parecer al presidente electo de Paraguay le sobran ganas y carisma personal, ya que en solo tres años ha conseguido aglutinar en torno a su persona a una mayoría de votantes bajo un partido sin marcado color político, Alianza Patriótica para el Cambio, en el que el elementos de unión ha sido una llamada a la honestidad, a la justicia social y a la regeneración democrática, con la promesa de llevar a cabo una reforma agraria y aprovechar los recursos energéticos que mantiene o disputa con Brasil y Argentina. ¡Ojala lo consiga! ¡Ojala le dejen! ¡Ojala no se deje entrampillar en las redes de la corrupción!


Fernando Lugo es uno de esos clérigos latinoamericanos que se tomaron en serio la doctrina del Concilio Vaticano II y aceptaron que el mensaje de Jesús hace una opción preferencial por los pobres; y que esa opción lleva implícito no solamente un mensaje salvacionista, sino un compromiso social; que la teología no es un mero ejercicio intelectual que se elabora en los despachos y se presenta en las facultades, sino un compromiso vital que se incardina en el campo, en la calle, en las plazas públicas, en la sociedad; que la ortodoxia, es decir, la pura doctrina, se convierte en algo hueco y estéril cuando no se transforma en ortopraxis, una reflexión crítica que conduce al compromiso y a la transformación de la sociedad. Pero para entonces el Concilio Vaticano II había dejado de ser atractivo para Roma. Y su jefe actual, Benedicto XVI, ha decidido suspenderle para el ejercicio de sus funciones episcopales.


Fernando Lugo no se define como hombre de izquierdas ni de derechas, sino como “practicante de la teología de la liberación”. Sus motivaciones responden a convicciones internas y trascendentes, y representan una ventana abierta a la esperanza. Cree que teología y política van de la mano; que compromiso social y fe son partes de un todo.


El mundo contemporáneo, inmerso en la subversión de valores y la corrupción, en el que emerge cada vez con mayor fuerza una concepción política neoliberal despojada de sentimientos humanitarios, está necesitado de políticos de talla que tengan referentes éticos suficientemente arraigados, que les lleve a establecer compromisos sociales sin perder de vista la dimensión trascendental de la vida, pero sin caer en la tentación de crear una sociedad teocrática sometida a los dictados de la religión.


Deseamos al presidente electo de Paraguay claridad de mente para afrontar el reto con sabiduría y firmeza de carácter para no dejarse arrastrar por los cánticos de sirenas que empezarán muy pronto a entonar a su alrededor.


Máximo García Ruiz, España
El autor es sociólogo y teólogo.

Abril 2008 - Lupa Protestante


Cita bíblica

Desde el más pequeño hasta el más grande,
todos codician ganancias injustas;
desde el profeta hasta el sacerdote,
todos practican el engaño.
Curan por encima la herida de mi pueblo,
y les desean: "¡Paz, paz!",
cuando en realidad no hay paz.

Jeremías 6:13-14

24/4/08

Frederick Buechner

La idolatría es la práctica de atribuir valor absoluto a cosas de valor relativo. Bajo ciertas circunstancias, el dinero, el patriotismo, la libertad sexual, los principios morales, la lealtad familiar, la salud física, la preeminencia social o intelectual, etc. son excelentes cosas para tener, pero convertirlas en la norma según la cual se miden todas las demás, convertirlas en su amo, mirarlas para justificar su vida y salvar su alma es la mayor de las necedades.

23/4/08

Bergman: "Tiempo de salir de Egipto"


Pesaj, la pascua judía, es la celebración de la salida de Egipto, la liberación de nuestra esclavitud,narrada en el Exodo. Al llegar el Pesaj, cada generación debe verse a sí misma saliendo de la opresión del Egipto del pasado, sino también del presente. Hay una tierra de Egipto de la que salimos en esa noche histórica y cada año, en esta noche simbólica de celebración festiva. El Pesaj es saltear el mal de las plagas y acceder, en nuestra conciencia del ser, a la ciencia de hacer el bien en una tierra prometida, para vivir en libertad, igualdad y fraternidad. Constituimos una sociedad que se propone la traducción existencial de la promesa de la tierra al proyecto de ser libres. Se trata, en términos contemporáneos, de dejar de ser esclavos de las circunstancias para se libres como ciudadanos. Para salir de Egipto y llegar a Israel como tierra prometida, nuestro pueblo, tal como narra la Biblia hebrea, debió detenerse en el monte Sinaí, donde recibió la ley. Esta ley, nuestra Torá, nos instituyó y constituyó. Dejamos de ser un grupo de tribus, los hijos de Israel, para constituirnos en pueblo. Este pacto milenario se renueva de generación en generación para ser libres, no sólo por haber salido de Egipto y liberarnos de su tiránico faraón, sino también por encaminarnos a la tierra prometida. Un camino que se realiza como hijos del pacto, es decir, libres como humanos, expresión de la dignidad con la que Dios nos creó.

Sin ley no hay libertad, sino anárquico caos que hace repetir la sumisión y la opresión de un Egipto a otro, entregándonos a un nuevofaraón. Como esclavos salidos de Egipto, recibimos la ley para acceder a la tierra que se prometía. La ley, y no sólo la salida de Egipto, nos hizo libres. Sólo con el compromiso de ser libres para tomar y cumplir la leyfue posible llegar a la promesa, que ya no era sólo del cielo, sino también en la tierra. Pretender ser auténticamente libres para llegar a la promesa sin cumplir con la ley es, irremediablemente, quedarse en Egipto para siempre. El Pesaj es la celebración de la libertad en el pacto de la ley.


Salir de Egipto en la Argentina será, entonces, liberarnos de los faraones que nos oprimen. Así como las matzot , el pan ázimo, el pan de la pobreza, es símbolo de esta festividad, de la misma forma, los argentinos somos testigos del hambre de muchos en una tierra próspera como lo era el Egipto de entonces. La redistribución de su riqueza era libertad y dignidad. La acumulación en las arcas de los faraones era esclavitud y miseria. Cuando la tierra es bendita en recursos y pobre en equidad habla de la verdadera miseria: la de los hombres que la administran.


La equidad ya no se logra por la omnipresencia de un soberano, sino por la redención que trae la ley. Salir de Egipto en la Argentina ya n es sólo retener la riqueza de la tierra, sino repartirla en la equidad de la ley, que es institución y constitución de todos los argentinos como libres y soberanos en el ejercicio cívico de no hacerse esclavos de quienes elegimos, sino de trabajar junto a nuestros representantes en el marco de las instituciones de una República que sigue siendo tan posible como prometida. Es la ley la que nos libera de Egipto. Y en esta capacidad de hacernos libres en Estado de Derecho y por ejercicio de una conciencia cívica existencial se propone una ética que ya no se decreta como de necesidad y urgencia, sino como esencia estructural de la Constitución. Para así hacer valer la libertad de todos, aun de los que no pensando igual no temen presentarse ante el soberano del poder para recordarle también hoy, como lo hicimos ayer ante el faraón, que hay un Dios que no es él. Que existe una ley que está sobre todos y que nos da derechos, pero también nos impone asumir obligaciones como ciudadanos, ya no tributos como esclavos Una ley que es la garantía para que no haya que esperar las plagas que abran sus corazones para que pasen de la dureza al amor, del monólogo al diálogo y del resentimiento a la conciliación. Para que se pase de tener razón a compartir razones para el encuentro de todos los corazones. El Pesaj nos recuerda que dar la libertad no es atributo de quien gobierna, sino de la ley, que articula las partes. Una ley que comparte una tierra y disipa la violencia en una unidad de lo diverso. El Pesaj en nuestros días nos asegura como derecho que vivir en la Argentina como República será redimir a la Nación del condominio al que reducimos a nuestro territorio, lo que con dolor nos hace volver una y otra vez a un Egipto del que definitivamente debemos salir.


Sergio Bergman - La Nación

El autor es rabino.

http://www.lanacion.com.ar/opinion/nota.asp?nota_id=106341

Cita bíblica

Yo me acuesto, me duermo y vuelvo a despertar,
porque el Señor me sostiene.
No me asustan los numerosos escuadrones
que me acosan por doquier.

Salmos 3:5-6

22/4/08

Creyeron matarlo



Hoy, 24 de marzo, se cumple el aniversario del asesinato de Óscar Arnulfo Romero . Por ello, en Lupa Protestante, hemos querido recuperar de la hemeroteca del blog de Harold Segura un artículo que escribió hace unos años (2005) sobre la figura de Monseñor Romero. Un escrito todavía vigente, como vigente es el testimonio del Arzobispo salvadoreño.

Su última misa fue la del lunes 24 de marzo de 1980. De esto hace ya veinticinco años. A las seis y veinticinco minutos de la tarde, en el momento del ofertorio, cuando el pan y el vino son presentados al Señor antes de ser consagrados por el oficiante, un francotirador apuntó hacia él, y con la destreza de un criminal entrenado, asesinó a Monseñor Óscar Arnulfo Romero.


Con un tiro a la altura del corazón, pretendieron dar fin al profeta del pueblo que un día antes, en la homilía dominical en la Catedral de San Salvador, había hecho un llamamiento a los hombres del ejército, a las bases de la Guardia Nacional y de la Policía para que dejaran de matar a su pueblo. Dijo: “Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios… Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado”. Y agregó: “Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas que van teñidas de sangre”.


Su delito fue condenar las infamias del gobierno, denunciar la violencia de las fuerzas militares y reclamar justicia para su pueblo; y ese delito lo pagó con su vida. Sus enemigos le cobraron su atrevimiento profético silenciando su voz aquella tarde mientras cumplía con su deber de pastor en la capilla del Hospital de la Divina Providencia. Sus reclamos resultaron inaceptables para los poderosos. Su predicación en defensa de los más necesitados no fue tolerada por los opresores y violentos.


Sentir con la iglesia


Hoy, el legado espiritual del Arzobispo de San Salvador está vigente. Su acción pastoral estuvo orientada, desde el inicio de su nombramiento el 23 de febrero de 1977, a acompañar a su pueblo en las situaciones de miseria y de muerte. Su lema fue “Sentir con la iglesia”. Eso significó estar al lado de la gente más necesitada, aunque en eso no tuviera el respaldo de la jerarquía de la iglesia y mucho menos del gobierno de turno. Puso la Arquidiócesis al servicio de la paz y de la reconciliación, en un momento en el que la situación política y social de su país era en extremo difícil y se complicaba aún más por el nuevo fraude electoral que puso en el poder a otro militar, el General Carlos Humberto Romero.


Monseñor estuvo con la gente. Fueron incontables sus visitas pastorales. Iba a donde se lo invitaba, aun a los más apartados rincones de El Salvador. Acudía corriendo los riesgos de un país en guerra civil. No perdía oportunidad para estar con la gente, en especial con los más pobres. Le gustaba dialogar con los miembros de las comunidades a donde iba y escuchar sus opiniones. De esa manera formó muchas comisiones de trabajo popular y equipos de servicio cristiano. En la capital, sirvió como mediador de los conflictos laborales y como vocero de los más débiles. Creó una oficina de defensa de los derechos humanos y abrió las puertas de la iglesia para dar refugio a los cientos de campesinos que huían de la persecución en el campo. El pueblo reconoció en él a un pastor y servidor identificado con sus penas y a un defensor de sus derechos. Eso fue lo que quiso ser: “Quiero ser el servidor de Dios y de ustedes… Soy simplemente el pastor, el hermano, el amigo de este pueblo… El que esté en conflicto con el pueblo estará en conflicto conmigo”.


Conversión a tiempo


Pero Monseñor no fue siempre así. Su primera parroquia fue la de Anamoros, en el oriente del país, de donde fue trasladado poco tiempo después a la ciudad de San Miguel, situada a 138 kilómetros de la capital. En este lugar desarrolló, desde 1944, su labor pastoral por más de veinte años. Fue conocido por su dedicación convencional a su feligresía, por su piedad, por su vida de oración, pero todavía no por un relevante compromiso social. Hasta hubo quienes lo calificaron de “reaccionario, intolerante y tradicionalista a ultranza”. Como lo hubieran preferido por siempre sus posteriores enemigos.


En 1966 fue elegido Secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador. Su nombramiento no fue bien recibido por los sectores progresistas de la iglesia, los que conocían su tradición conservadora y sabían de sus intenciones de desviar los aires de renovación que venían soplando desde el Concilio Vaticano II. Sus planteamientos como secretario del episcopado y como director del periódico Orientación, no hicieron más que confirmar esas sospechas. Pero en 1974 fue nombrado Obispo de la Diócesis de Santiago de María, en el Departamento de Usulután, y allí comenzó el cambio.


En Santiago de María, una diócesis con dos millones de habitantes y con no más de veinte parroquias, tuvo la oportunidad de conocer desde otro ángulo la realidad salvadoreña. Allí palpó la represión, la persecución política de un gobierno ilegítimo, la miseria y la explotación en la que vivían los pobres. Se encontró con nuevas y diferentes realidades sociales que exigían otras líneas de acción pastoral. El 21 de junio de 1975 la Guardia Nacional asesinó a cinco campesinos en el Cantón “Las Tres Calles” y, aunque no hizo una denuncia pública como algunas personas se lo pidieron, escribió una exaltada carta al presidente, Coronel Arturo Armando Molina: “Ahora, Señor Presidente, después de haber convivido esta desolación, sembrada por quienes deberían ser inspiración de confianza y seguridad de nuestro noble campesinado, cumplo con mi deber de expresar a Ud. mi respetuosa pero firme protesta de obispo de la Diócesis , por la forma en que un “cuerpo de seguridad” se atribuye indebidamente el derecho de matar y maltratar”. A la masacre de “Las Tres Calles” se unieron otros hechos que le hicieron reflexionar y tomar decisiones a las cuales hasta entonces no estaba acostumbrado.


Cuando fue nombrado Arzobispo de San Salvador aún contaba con el favor del gobierno y de los grupos de poder que habían sido sus amigos. Pero una semana después, el 12 de marzo de 1977, sucedió algo que lo cambiaría por siempre: fue asesinado su entrañable amigo, el padre jesuita Rutilio Grande. Entonces Monseñor fue otro. Amenazó al gobierno con el cierre de las escuelas y con la ausencia de la Iglesia católica en los actos públicos. “Cuando yo lo miré a Rutilio muerto, pensé: si lo mataron por hacer lo que hacía, me toca a mí andar por el mismo camino… Cambié, sí, pero también es que volví de regreso”. Cambió a favor de su pueblo y en contra de quienes con el poder de las armas imponían su antojadiza voluntad. Optó por los pobres, encaró la persecución con entereza, dejó que su voz de profeta indignado se escuchara en los altares del poder oligárquico y afirmó su fe para seguir a Jesús por la senda de los desvalidos.


Jesús, razón de su esperanza


Las convicciones de Monseñor estuvieron enraizadas en la esencia misma del evangelio y en su fidelidad a la persona de Jesús. Lo dijo una y otra vez: “Jesús es la fuente de la esperanza. En Jesús se apoya lo que predico. En Jesús est* la verdad de lo que estoy diciendo…la opción preferencial por los pobres no es demagogia, es evangelio puro…esta es la trascendencia, sin la cual no es posible una perspectiva de justicia social: Cristo presente en los más pequeñitos”. Romero —-como lo llamaban sus amigos y ahora lo llama todo el pueblo—- no fue un mero activista social de inspiración política, ni un caudillo popular que enardeciera las masas tras la búsqueda de poder personal. “Jamás me he creído un líder” dijo en la homilía pronunciada el 28 de septiembre de 1977, “Sólo hay un líder: Cristo Jesús”. Él era ante todo un creyente para quien Dios, lejos de ser un vocablo vacío o una realidad abstracta, es la razón de ser de la vida y el horizonte último de la justicia, la paz, el amor y la verdad.


La espiritualidad de Monseñor Romero es su más grande herencia para los cristianos de América Latina y del mundo. Creyó en Dios a la manera de Jesús. Para él, estar en comunión con Dios, predicar a Dios y orar a Dios era, ante todo, hacer real y efectiva la voluntad de ese Dios aquí mismo, en esta tierra de dolores y alegrías, de angustias y esperanzas. Luchó contra las atrocidades de los violentos, contra los abusos de los gobernantes, contra la indiferencia de los ricos y contra el egoísmo de todos, porque para él, la guerra, el despotismo y la resignación son pecado; formas de negar la voluntad del Creador.


Más presente que nunca


Su vida es ahora una lección viviente y su asesinato, la aparente victoria de quienes intentaron matarlo. Días ante de que el asesino le disparara, había dicho en la Catedral : “He sido frecuentemente amenazado de muerte. Debo decirles que, como cristiano, no creo en la muerte sin resurrección. Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”. Y refiriéndose a otros mártires caídos por las mismas armas, había afirmado: “Les han querido matar y están más presentes que antes en el pueblo”.


Un cuarto de siglo después, Monseñor está más presente que antes, en medio del pueblo salvadoreño, como él lo había querido. Su sangre, junto a la de todos los inocentes “desde Abel el justo hasta Zacarías, hijo de Berequías” (Mateo 23:35) clama por justicia.


Harold Segura C. - Lupa Protestante

http://www.lupaprotestante.com/index.php?option=com_content&task=view&id=998&Itemid=30


Vaclav Havel

Mienten todos los que afirman
que la política es algo sucio.
La política es simplemente un trabajo
que requiere hombres genuinamente puros,
puesto que al desarrollarlo
podemos ensuciarnos moralmente
con especial facilidad.


Cita bíblica

No todo el que me dice: "Señor, Señor" , entrará en el reino de los cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo.

Mateo 7:21

21/4/08

Hesayne: "Argentinos y el diálogo"


En estas cuatro últimas semanas la palabra que se ha pronunciado en forma insistente es la palabra DIALOGO. Y con razón. Solamente mediante el diálogo nos humanizamos y se puede convivir en Paz. A la luz de la Fe Cristiana sabemos que estamos creados a imagen y semejanza de Dios cuya constitución más íntima es el Diálogo amoroso de Tres Personas Divinas. Entonces el diálogo humano no es un simple discurso. Tiene su fundamento en la misma condición del ser humano.

La primera condición requerida para que se logre el “diálogo” es que se realice entre personas que se respetan la una y la otra como tal. Es obvio pero, en la práctica, no siempre suficientemente se cumple este primer e indispensable requerimiento. En consecuencia no hablemos de Diálogo si los que lo intentan no aspiran a personalizarse mutuamente. Uno y otro de los interlocutores deben aspirar a ser más y ayudarse, por medio del diálogo, para la realización de este objetivo. Quiere decir que ninguna de las partes debe ser considerada como un objeto. Y la responsabilidad de la frustración de Diálogo cae sobre quien no aspira a la mutua personalización.

Una segunda condición que se desprende de la primera enunciada, es la búsqueda de la verdad de la existencia humana propia y ajena con sinceridad de corazón. Esta actitud de búsqueda de la verdad… es una actitud de apertura-escucha para ir descubriéndola en el pensamiento expuesto por la otra parte. La misma palabra diálogo, encierra esta actitud de búsqueda de la verdad escuchando al interlocutor. Palabra de origen griego compuesta de la expresión “dia” que en griego significa “a través” y la expresión “logo” que significa “palabra”. Cuando alguien quiere dialogar -de verdad- tiene que estar convencido que no está en posesión de la verdad total. A lo sumo lleva una parte que debe completar con su interlocutor.

Por eso, se requiere una tercera condición: la “transparencia” de persona a persona. Exige escribe Paulo VI “un intercambio de pensamiento, es una invitación al ejercicio de las facultades superiores del hombre”. No hay rodeos y lo que se piensa se expresa sin repliegues o subterfugios. La persona transparente muestra el fondo de su corazón como aguas límpidas dejan ver el fondo, por profundo que fuere… Una persona así, es rectilínea, no busca por medios subterráneos la conquista de un objetivo también subterráneo. Con la persona recta es posible el diálogo. Con la persona doble el diálogo queda roto. Por eso, Jesús en su Evangelio nos pide en el trato de unos con otros el: Sí-Sí, el No-No y es tan severo con los hipócritas hasta el punto de llamarlos sepulcros blanqueados que muestran limpidez por fuera y podredumbre por dentro.

Y una cuarta condición se impone: la humildad. La persona orgullosa es la más cerrada al diálogo. El autosuficiente es radicalmente incapaz de dialogar. Encerrado en el sobre valor de sí mismo pretende tener la verdad absoluta.

El corazón orgulloso está cerrado al mismo Dios ¿cómo podrá abrirse a otra persona? Por eso, se piensa -a la luz de la Fe Cristiana- que el pecado de la primera pareja (pecado originante) fue pecado de orgullo que originó al “hombre roto” en su triple relación con Dios, con los demás y con la naturaleza.

En clave cristiana sabemos que Dios se metió en el mundo de los hombres (Navidad) para que la humanidad logre la Reconciliación (Pascua). Porque si se pretende una sociedad sin Dios se podrán lograr grandes progresos materiales que a su vez serán causa de divisiones, desencuentros y desigualdades. Los hombres sin Dios jamás se entienden (Torre de Babel). Pero, tampoco se entiende a Dios cuando se reza para imponer la “propia verdad”, en vez de buscar la intervención de Dios para lograr la capacidad de auténtico Diálogo, único camino de la Paz social de la Nación…(1)

Nota:
(1) Salmo 44 (43),4


Mons. Miguel Esteban Hesayne, obispo emérito de Viedma - AICA

http://www.aica.org/index.php?module=displaystory&story_id=11644&format=html&fech=2008-04-10

Martin Luther King Jr.

Mediante la violencia uno puede asesinar a un asesino,
pero no puede asesinar el asesinato

Mediante la violencia uno puede asesinar a un mentiroso,
pero no puede establecer la verdad

Mediante la violencia uno puede asesinar a una persona que odia,
pero no puede asesinar el odio

La oscuridad no puede apagar la oscuridad.
Sólo la luz puede hacerlo.

17/9/07

Cita bíblica

Mientras guardé silencio,
mis huesos se fueron consumiendo
por mi gemir de todo el día.
Mi fuerza se fue debilitando
como al calor del verano,
porque día y noche
tu mano pesaba sobre mí.

Pero te confesé mi pecado,
y no te oculté mi maldad.
Me dije: "Voy a confesar mis transgresiones al Señor",
y tú perdonaste mi maldad y mi pecado.


Salmos 32:3-5

15/9/07

Jorge Rafael Videla: "Pido perdón por las vidas destruidas"

En una declaración pública, el ex dictador Jorge Rafael Videla reconoció ayer por primera vez los errores de la represión sangrienta de la dictadura que encabezó y pidió perdón públicamente: "Reconozco personalmente mi responsabilidad, como jefe máximo del gobierno militar de 1976 a 1981, en las muertes, torturas y desapariciones que afectaron directamente a miles de ciudadanos argentinos y extranjeros e indirectamente a toda la sociedad argentina. Independientemente de la pena que me haya impuesto la justicia argentina y la rendición de cuentas que debo hacer un día ante Dios, pido perdón por las vidas destruidas. En especial, considero que mi accionar se contradice abiertamente con los principios cristianos que he afirmado sostener".

Simultáneamente, el ex líder montonero Mario Eduardo Firmenich pidió perdón "por mi responsabilidad en la muerte y destrucción de muchísimas familias argentinas, tanto por el accionar de los grupos guerrilleros que comandé como entre los mismos militantes que se encontraron con una represión imposible de imaginar cuando iniciaron su militancia. Más que el fracaso del intento de cambiar la sociedad, pesa sobre mi conciencia todas esas vidas destruidas, sin la posibilidad de recomenzar la vida que tuve yo".

Junto con estos dos comunicados, varios ex militares y ex guerrilleros están preparando declaraciones similares, que serán presentados en el Día de Perdón Nacional, al que están pensando adherir otras personalidades, instituciones y organizaciones que consideran que pecaron por acción u omisión en esos años oscuros.

¡Cuánto hubiera ganado, o todavía tiene la oportunidad de ganar, la sociedad argentina si esta ficción se convirtiera en realidad! El arrepentimiento junto con el pedido de perdón, virtudes cristianas por excelencia, actuarían como un bálsamo sobre las heridas abiertas que no paran de sangrar y permitirían mirar hacia el futuro -y el pasado- de otra forma.

Ver: Elisa Carrió: "No puede haber reconciliación con impunidad"

Alejandro Field